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viernes, 11 de diciembre de 2009

Nunca entendí señor Hitler


Encontró en esos ojos ganas de vivir, un oasis en medio de la nada, de la incertidumbre, del vacio, ella apareció en la tragedia, en un mar, en este tan furioso lugar y no pudo brillar mas porque cualquier ley física o cualquiera de esas tonterías no se lo hubiera permitido. Llego al final, donde encontramos que ya no queda tiempo para amar, donde los pájaros sobrevuelan la derroca de los demás.

Era un gélido invierno de un año que es mejor no precisar, el frio del vaho era persistente y roía uno que otro hueso de almas desvalidas. Ella no entendía muy bien lo que pasaba, era muy joven para hacerlo, aunque pasaba que los viejos tampoco encontraban explicaciones ni razones a tan absurda y paradójica forma de vivir, o de morir, la verdad es que eso nunca se sabia.

Solía recordar los momentos de completa libertad. Nunca supo, no se detuvo a pensar cuanto valían esos momentos, o que pagaría por ellos, por volverlos a vivir – uno no suele pensar en eso- susurro para si misma, abstracta y soñadora, tal vez divina, tal vez mas humana que cualquiera, se consolaba a si misma. A veces nuestro mundo, aquel en el que queremos estar, no dista más allá de nuestro prófugo cerebro, de la piel, de los recuerdos.

El, a lo lejos, lelo, y atraído por esos ojos grandes y oscuros, no advertía la posibilidad de congelarse, ni de sus manos casi moradas. Solo la veía, solo se conformaba. Tenía una noción mas clara de lo que sucedía en aquel extraño lugar, sabía del peligro respirando a noche y a una vespertina llegada.

En un segundo la perdió de vista, mientras parpadeaba y miraba de reojo a unos soldados. Trató de buscarla con la mirada y no la encontró. –desde hace rato siento que me miras- Dijo Alshaní por la espalda de Karim - el se turbo todo, sus manos y su cuerpo recobraron un calor intenso, eran los nervios, es que no se atrevía a hablarle, llevaba dos meses viéndola, y conformándose con estar de lejos, con saber que ninguno de esos soldados le haría daño.- yo, yo...- titubeaba.

–oye mi nombre es Alshaní
-karim- dijo el pasmado, tímido.
-¿tu sabes cuanto tiempo mas vamos a estar aquí?
- no lo se Alshaní, tal vez mucho- el sabia que para siempre. Noto que Alshaní no sabia nada al respecto, sus padres guardaban silencio, en ese lugar no se hablaba del futuro, solo se recordaba el pasado, solo se conversaba de los momentos en que realmente eran felices así pasaran por alto esos pequeños detalles que los rodeaban.

Al cabo de dos meses mas Alshaní y karim estaban mas que enamorados, era la antítesis de ese lugar, una vez mas el amor había prevalecido pese a las adversas circunstancias que vivían, ella soñaba con hijos, y con un bello hogar en su país, con un perro y un gato, ir a la mezquita los sábados y así ser feliz.

Él soñaba con la verdad, no sabía como decirle que nunca saldrían de ahí, que no había ningún futuro en ningún lado. El silencio que guardaba pesaba más que sus asomados huesos. Pero verla feliz, era lo que le gustaba, tal vez y pese a sus cortos años sintió que era el precio que tenia que pagar por la felicidad, solo guardar silencio, que tan malo podría ser pensó.

-karim, se que tienes 18 años, pero no me has dicho si tuviste otra novia-
-nunca he tenido novia Alshaní, eres tu mi primer amor- le dijo con la sinceridad que deja el desconcertado futuro, cuando se sabe que ya no queda tiempo. – y tu Alshaní, ¿has tenido otro novio?-
-¡No!- exclamó ella -si mis padres se enteran me matan, o me obligan a casarme, y la verdad no me quiero casar tan joven como mis hermanas.

¡Alshaní! Gritaba su madre.

-me voy, mis padres me están llamando- se despidió con un beso en la boca y con un fuerte abrazo muy presuroso.

Karim necesitaba salir de ahí, quería una suerte distinta para el, y para su novia. También compartió los sueños de Alshaní y los sintió como suyos. Solo era cuestión de pensar que hacer. Así que se acerco sigilosamente a un grupo de soldados que jugaban cartas y discutían. Se quedo unos minutos, su corazón se turbó y salió corriendo para su unidad, así les llamaban a esos lugares donde apiñados estaban conviviendo.

Pensaba en lo que había escuchado, y azorado no sabia que hacer. Intento hablar con muchos, necesitaba una solución, pero siempre encontró la misma respuesta “ya no hay nada que puedas hacer”.

Al día siguiente, un martes, se levanto con una tristeza profunda, se encontró con Alshaní a la hora y en el lugar indicado, justo al segundo cambio de guardia, detrás de los bloques de armazón que se encontraban en la parte de atrás de ese lugar.
-Alshaní, solo quiero que sepas que te amo, y donde estés, yo siempre voy a estar-

Ella lo miro tan enamorada, tan sumisa que no supo que responderle, sabia que era cierto lo que decía, lo notaba en sus palabras y en su forma de decirlo.
-karim yo también te amo, y donde quiera que yo este, te quiero conmigo a mi lado.

Alshaní no sabía que lo que había dicho se cumpliría al pie de la letra. Son ese tipo de palabras que se enmarcan en oro y que uno ni siquiera se da por advertido que tienen tanto peso.
Entonces la tomó de su pequeña cintura, la vio a los ojos, esos hermosos y enormes ojos, y justo en ese lugar karim le hizo el amor a Alshaní. Se juraron amor eterno y con la premura del tiempo el dijo -a la media noche nos vemos-

Ella le pregunto - ¿porque? ¿A la media noche?-, no sabía y estaba desconcertada, pensaba que era una locura de karim. -¿yo como voy a saber que estas ahí?-
- tranquila, lo sabrás- dijo karim apresurado y a lo lejos

Esa noche seria la ultima que pasarían juntos. El destino es así, irrevocable, absurdo, asesino, indolente.
El día en que karim se sentó cerca a los soldados escucho que a la media noche del miércoles a los de la unidad 7, donde estaba Alshaní y sus padres, les tocaban los perfumes como les decían a modo de mofa.
Ese día Alshaní moriría a la media noche, así que karim le rezó a su dios, se preparo para morir y con estupor y sencillez espero a que fuera la media noche, lo sabría por el traquetear de las botas.

A lo lejos, por una hendija vio que venían los soldados, así que se levanto, y corrió muy rápido hacia la unidad 7, se paró en la puerta y de ahí no lo movería ni el mismísimo alá.
Llegaron los soldados, con su furia loca, su locura y la sed de muerte que llevaban en su ADN.
-¡Niño que haces ahí! ¡Quítate!-
-Señor yo duermo aquí-
-Entonces póngalo con los demás- le ordeno a otro soldado.

Entraron como una turba de leones hambrientos y levantaron a la gente, Alshaní no sabia que pasaba, la sacaron casi que a patadas, ella sumisa y hermosa como el carmesí, no dijo nada y vio a karim, así que corrió para sus brazos, sentía que nada le podía pasar si estaba sumergida en el infinito de su amor.

-papá, mamá el es karim, quiero que sea mi novio- decía Alshaní en medio de una fila de 200 personas. Ellos vieron a karim y su complicidad los unió, ellos sabían a donde iban, menos la bella Alshaní.
-Tranquila mi amor, lo que tu digas estará bien para nosotros- Alshaní vio a su padre y noto que estaba llorando, y aun así, sin haberlo visto llorar antes, no supo, porque su felicidad le pintaba su alrededor de bellos colores, lo que era gris y oscuro, tenia los mas bellos matices para la hermosa como le solía decir su padre cuando llegaba contento a casa.

-ves karim, yo en el fondo sabía que mis padres lo iban a entender- y vio que karim también lloraba – ¿para donde vamos karim?- pregunto un poco extrañada pero feliz.
El, al ver su rostro, tan lleno de ingenuidad y con la felicidad que tenia solo le dijo- por fin vamos a ser libres mi amor- la abrazo tan fuerte como pudo y cerrando sus ojitos entraron a un lugar medio oscuro, como vaporoso, y en unos segundos ya estaban sentados en una esquinita los cuatro.

-que pasa- preguntó de nuevo Alshaní
-Ya vienen por nosotros mi amor- dijo karim con un fuerte beso, y viendo que sus

padres estaban abrazados cerraron los ojos, y se fundieron en el ultimo abrazo, en el ultimo sueño, murieron juntos en la cámara de gases, esperando la libertad, el destino les permitió ser libres, ser mariposas que volaban en un mundo desconocido, donde las conciencias no se compran, donde la ideología no asesina, donde la paz esta mas cerca del alma por que es ahí donde reconocemos que es la felicidad e l motor que nos debe mover.

Sus cuerpos luego fueron trasladados a un tumulto de otros más y fueron quemados. Sus cenizas las esparció el viento, como reconciliación, como pagándole el favor de su encierro, nunca entendí señor Hitler, fue un letrerito que dejo escrito Alshaní en una tabla, porque sabia que iba a ser libre, verdadera mente libre.

Al cabo de tres meses los de la unidad 10, donde estaba karim, fueron liberados, se había acabado la miseria, o al menos eso parecía….

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lunes, 23 de noviembre de 2009

La fotografía

Ya se había olvidado de todo lo que había pasado, decía con gran ecuanimidad – ¡ya es historia patria!- y si, era ya parte del pasado su relación con Adelaida, ahora solo tenia cabeza para su viaje. La empresa para la que él trabajaba le había pedido que realizara unas fotografías de los exóticos lugares de las riveras del amazonas en las fronteras con Perú y Brasil.
El día llego y su maleta ya estaba lista, siempre la dejaba hecha tres días antes de cada viaje, y se acostaba muy temprano porque pensaba que así el viaje era más soportable. Su trabajo no le permitía tener ningún tipo de estabilidad en sus relaciones, cuando se viaja el corazón es de un pasaporte al cual los piropos y los compromisos le llegan como sellos estampados en diferentes idiomas. Llego presuroso al aeropuerto pues siempre llegaba tres horas temprano a su vuelo, que esta vez lo dejaría cerca de un pueblito al que llegaría en unos burritos que alquilaban por solo 5 dólares el trayecto.
Encontró que era un lugar grandioso, de un verde exquisito, el aroma a hierbas silvestres estaba por todos lados, era tan diferente al humo de la gran ciudad, sintió como una bofetada de brisa le enraizaba el alma, la mojaba con todos los colores y los brillos. A lo lejos vio una cascada enorme y quiso ir, por mucho tiempo soñó hacerse en la parte de atrás de la cascada, pensaba que eso era algo mítico, le refrescaría hasta los huesos.
Pájaros que solo veía por algunos canales de la tv, ahora estaban sobrevolando como pasajeros y transeúntes de la gran vieja molienda, así se llamaba el lugar, la molienda. Descargo maletas en una antigua casona hecha de los materiales de la región y diseñada por los más prestigiosos arquitectos e ingenieros, los indígenas Arantés. Los turistas que escaseaban cada vez mas, solían quedarse ahí, para ir a ver las rarezas y portentos de la naturaleza; muchos sueñan con ver murallas enormes de concreto y metal fundido. Estos, los forajidos y exiliados de sus propias invenciones vienen a nuestros terruños inimaginables a ver lo que realmente causa conmoción, especies perdidas de sus laberintos interminables de asfalto, de sus filas abismales de transacciones y molinetes en el absurdo y obligatorio regodeo de su cotidianidad.
Ahí estaba Marcelo, lleno de esa curiosidad por entregarse al viento y abarcarse en un todo con el pasto, los pájaros y los ruidos, que eran tan poco familiares para él, artilugios mágicos de ese gran Molienda que cada día se gestaba y arremolinaba en una bandada de plegarias como una rebeldía a la modernidad.
Tan perdido estaba Marcelo en ese tercer mundo como mal suelen llamarlo que su compañera sempiterna estaba aun en la maleta de viaje, su cámara aun no daba el primer flashazo, Marcelo quiso pedirle permiso a esa natura que lo embobaba y lo embelesaba aun más.
De repente sintió en esa condición inútil en la que caemos como prisioneros que era tiempo de que la madre tierra fuese conocida, en todos lados, en las barracas de los mas detestables tugurios citadinos, en los más altos y repugnantes pulpitos de la venerada clase social alta, en el norte donde la clase dirigente calienta sus mas tristes cavernas disfrazadas de opulencia y donde ni siquiera saben cuanto cuesta un litro de leche porque también tienen gente para que se unten de pueblo para no mancharse con el vulgo. Así que corrió muy rápido y saco su cámara y se embarco sin decirle nada a nadie hacia la gran cascada del monte caído. No supo y no quiso preguntar porque se llamaba así, a fin de cuentas pensaba averiguarlo por si mismo - basta de historias, voy a conocer, y ver con mis ojos de lo que esta hecho este mundo - se dijo a si mismo como envalentonado y con tono de aventura y travesía.
Atravesó como alma en pena el valle, y con cada paso la cascada era mas grande y respetuosa, era tal y como lo había soñado, los sueños son mejores cuando dejan de serlo, pensó arrebatadamente y dejándolo todo se quito los harapos de casa de diseñador y en ropa interior se lanza descomunalmente, era una caída de 4 metros. Estaba como enloquecido, no se pregunto si podía morir, si bajo el agua hubiesen piedras grandes con las que pudiera chocar. En el aire y cerrando los ojos, con las manos extendidas solo esperaba recibir el mojado de aquellas aguas misteriosas y fue cuestión de segundos donde Marcelo estaba sumergido, había encontrado para si una aguas puras y recordó estando inmerso los días donde se sumergía en la alberca de su casa, no se podría comparar una cosa con la otra, pero el sentimiento era el mismo, volvía a ser niño.
Estuvo retozando en esas aguas por más de una hora y sin cansancio alguno. Nadó hacia el chorro vertical y se poso justo detrás de él, y sintiendo aquella rareza vio a través de las aguas una joven mestiza que corría a internarse en el espesor de la selva, tenia puesto un vestido de lo mas extraño, y en sus manos llevaba algo. Marcelo intrigado salió raudo del agua y en sus paños menores empezó a correr tras ella…

martes, 17 de noviembre de 2009

La niebla y la lluvia

Erika era bonita, Erika se detuvo, Erika tenia sonrisa perfecta, pero no supo bien lo que paso. Veía pasar los autos que bajo la lluvia la chispeaban, sin darse cuenta, sin importarles, ella era parte del paisaje. Tenia un vestidito blanco, y una rosa en la mano, su cabello ya se había despeinado y mojado reventaba en el húmedo de la saciedad.



No tenia frio así dijeran por la radio que estaban a 7 grados centígrados, su piel estaba tal vez 50 años más vieja, y el maquillaje se volvió una paleta de colores grises y una payasada rotunda que se mezclaba con su piel. Se sentía alegre porque sus lagrimas se confundían con la lluvia, así pasaría desapercibida aunque no haría la diferencia que la vieran llorando, ella era el paisaje.



El agua corría por sus pies, con la basura de la ciudad, como viejas barcas y naufragios de lo que se lleva al olvido. Un viejo lápiz navegaba, quien iba a saber de quien era, a quien se le habría caído. Tomó el lápiz aun con punta y decidió escribir tan solo una frase en el pavimento mojado, no le alcanzaría para mas, antes de que se agotara su punta. ¡Me quiero morir!, escribió. Con el corazón mallugado y parecido a una uva pasa no sabia que hacer. La lluvia le mojaba la piel, el amor, la razón, y si pudiera también le mojaría el alma.



La razón es mas débil que la locura, es por eso que hay mas locos que cuerdos y esa es la vil verdad. Erika no esperaba a nadie, no quería hablar mas que consigo misma, su mundo no distaba mas de tres centímetros de su piel y su eufórico y paradigmático estado de animo era nuevo para ella, sentir como se siente lo que no quería vivir y enfrentarse con el rostro del miedo era bastante interesante aunque por demás doloroso, tanto para tomarse una pastilla y volver a nacer.



Un viejo que juntaba objetos inanimados a los que bautizaba como hijos y los santificaba como tesoros se acerco.



- Niña yo también me siento triste, todos los días de mi vida me levanto sin la esperanza de recuperarlo todo. Desayuno el trago amargo que me da mi vejez y bajo la lluvia recuerdo que ya soy un pobre anciano. Me da miedo verme a un espejo, llevo años sin hacerlo, será por eso que mi peinado luce tan distinto - Erika sonrió- pero usted niña es joven y bonita, aun conserva las fuerzas, y el sol le puede sonreír. No deje que este mundo la absorba como lo hizo conmigo, no escape de sus `problemas porque regresan cada día como fantasmas que trae la noche y el frio, no hulla porque entre mas lo haga mas prisionera será. Regálese a si misma la libertad y no llore mas, y viva, y subsista, luche, perviva.



-No se si sea tan fuerte, no se si quiera vivir, no hay nada mas para mi. Que voy a hacer en un mundo donde nadie sabe que existo, donde mis latidos son menos importantes que los billetes.



-La libertad personal es el tesoro mas grande y valioso que existe sobre esta tierra, su vida vale tanto que usted no tiene ni idea cuanto vale, usted es como un triste violín que necesita que las manos del maestro toque una nueva melodía, y así podrá danzar, así vera que si hay esperanza, no me mire a mi porque yo escogí perderme, yo escogí mutilar aquello que me daba vida, es por eso que parezco un alma en pena, con estos harapos y con este carro que arrastro cada día así como a mi cuerpo. Señorita no hay dolor que Dios no pueda curar, así que levántese y vallase para su casa, tómese un café, duerma descanse, no piense en nada mas que cuando se despierte será mejor, se lo digo yo.


El anciano se fue arrastrando el carro, con un viejo plástico sobre su cabeza, apenas y podía cubrir su cuerpo y su silueta encorvada se perdió con la niebla y la lluvia…